viernes, 24 de octubre de 2014

LAS TORTURAS NINJA de Jonathan Liebesman

(No es un error ortográfico es un chiste fácil – como los de la “peli”)

     Que nadie se lleve a engaño, no es que ver la cinta resulte una tortura. Verla simplemente resulta una experiencia neutra. Ni emociona  ni molesta. Básicamente es una de esas películas de ver y olvidar.
     Y lo es por culpa de un guión plano y poco imaginativo que no consigue fundir bien esa manía que les ha dado últimamente por lo de los “superhéroes oscuros” (aquí alguien me dirá que el comic original de Eastman y Laird ya era oscuro y tendrá razón en parte ya que el humor de este también era más cínico, y oscuro,  que el de las adaptaciones televisivas o cinematográficas) y el humor facilón e infantiloide que se le supone a una cinta de este tipo.

     Así nuestros héroes se mueven en una de esas ciudades en las que parece ser siempre de noche o estar permanentemente nublado, con unos índices de criminalidad como para tomar las de… (vamos para salir de allí pitando) y ellos a pesar de vivir en el peor lugar de la ciudad, las cloacas, se pasan el día haciendo chistes como si vivieran en Disneyland (Vale igual a ti no te haría feliz vivir en Disneyland pero ten en cuenta que nuestros “protas” son adolescentes).
     Llaman la atención unas cuantas cosillas: ¿Por qué esconder el aspecto de las tortugas durante los primeros momentos de la cinta? Acaso esperaban sorprendernos como a April cuando por fin nos lo muestran. ¿Por qué si los guionistas se han comido el coco, poco pero algo se lo han comido, para crear una relación anterior entre April y las tortugas (y Splinter) sin embargo han desvinculado a Shredder del pasado de estos transformándolo en un simple malo sin relación personal con ellos (o al menos con Splinter)? Si el plan de los malos depende de conseguir el mutageno ¿no sería más lógico no llamar la atención hasta que lo tengan en lugar de convertir la ciudad en un caos? O –SPOILER – Si uno de los malos es un millonario que patrocina experimentos científicos y que por tanto no tendría problemas para costearse, o justificar, el comprar las sustancias químicas ¿para que montan los robos? – FIN SPOILER.

     Una de estas dudas además provoca un ¿fallo de guión? Si Splinter ya no es un maestro ninja (o la mascota de uno según la versión) mutado hay que buscar una excusa para que este, y las tortugas, acaben siendo ninjas. Y cuál es la solución de los guionistas, pues que Splinter (una rata de laboratorio objeto de experimentos) ya mutado se encuentre un “Manual para ninjas” (o algo así) en las alcantarillas. Muy lógico. Tu me dirás: ”es un chiste” y yo te respondo: “no funciona, quizás si el manual hubiese sido un “Ninja for Dummies”.
     Así las cosas la “peli” sólo distrae mínimamente cuando se pone en plan “tortugas ninja de toda la vida”, es decir en las escenas de acción, aunque la manía de Liebesman por mover la cámara y cambiar de plano no ayude mucho (sólo el espectacular, y larguísimo, descenso por la nieve funciona en su plenitud), o cuando estas se dedican a hacer o soltar alguna gansada (ojito a la escena del ascensor).

    Se desaprovecha también a unos estupendos secundarios: Whoopi Goldberg, William Fichtner y principalmente a Will Arnett supuestamente el secundario “gracioso” pero que si consigue hacernos esbozar alguna sonrisa es más por su carisma que por un guión que sólo le permite soltar obviedades (“Lo que me faltaba una tortuga parlante haciendo de copiloto”).
     Pues eso, una cinta que se deja ver sin entusiasmo y sin irritación. Yo hubiese dicho que se trata de una oportunidad perdida para resucitar la franquicia para el cine pero parece ser que ha funcionado lo suficientemente bien en taquilla que ya se ha dado luz verde para una nueva entrega.

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