viernes, 9 de enero de 2015

WHAT WE DO IN THE SHADOWS

de Jemaine Clement y Taika Waititi


   Simpática comedia que siguiendo el sistema de falso documental (mockumentary) narra el día a día de cuatro compañeros de piso con una característica bastante singular, son vampiros.

   Así la cinta nos presenta las ventajas e inconvenientes de ser vampiro en la Nueva Zelanda de hoy en día a través de cuatro vampiros que representan distintas versiones del mismo. Tenemos al Nosferatu, al más bestial y primario, al más refinado e incluso al típico simpático vampiro de las comedias ochenteras, pero por si esto fuera poco durante el metraje de a cinta a este variopinto grupo se les unirán un vampiro recién convertido, que va presumiendo por los clubs nocturnos de ser el "prota" de CREPÚSCULO, y al mejor amigo de este al que no convierten, en principio por que se lo han prometido al nuevo pero más tarde porque les cae bien el muchacho. 



   La cinta es una comedia, el terror brilla por su ausencia, aunque alguna escena de mordisco si que encontramos, que ironiza sobre los diferentes roles vampíricos, y sobre las particularidades de los mismos, situándolos en lugares comunes (Atención al momento en que discuten sobre a quien le toca limpiar los platos o sobre lo peligroso que puede ser dejarse las ventanas abiertas).

   El conjunto es divertido, con algunos puntos muy buenos (los chistes a costa de la escena de los fideos/gusanos de JÓVENES OCULTOS o los encuentros con esa pandilla de hombres lobo) y aunque a la historia le falta algo de cohesión o continuidad, ya que no hay una historia lineal a seguir y todo se reduce a una serie de anécdotas, la cinta no se resiente en casi ningún momento a lo que ayuda mucho un estupendo reparto que consigue dotar de carisma y simpatía a unos seres que... bueno son vampiros que se alimentan de sangre humana.


   Los que me conocéis ya sabéis que tanto el "found footage" como el "mockumentary" son formas de narrar las películas que no gustan especialmente, pero en este caso decir que esta es una de las pocas, sino la única, que a un servidor le ha reconciliado ligeramente al menos con el falso documental, porque si bien es verdad que recure a la cámara en mano esta no tiembla más de lo necesario y por una vez, y sin que sirva de precedente, esta enfocada y encuadrada evitando el habitual “no se ve nada” o el dolor de cabeza que los movimientos de cámara suelen producir en las cintas de este tipo.

   En definitiva: simpática, muy bien interpretada y con algunos momentos memorables. Una agradable sorpresa.



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