
Discreto pero aceptable thriller que parte de un argumento clásico. Un ex-policía (un correcto Mark Wahlberg), con trauma del pasado incluido, reciclado a detective privado, y casi arruinado, que recibe un encargo "chollo", vigilar a la mujer (una muy desaprovechada Catherine Zeta-Jones) del alcalde de la ciudad (un Russell Crowe con el piloto automático) que se complicara más de la cuenta pues hay una trama más compleja oculta. Lógicamente el detective al darse cuenta de que le han tomado el pelo decidirá seguir investigando.
El problema es que para darle cierta complejidad al personaje de Wahlberg se explayan demasiado en la historia del pasado con lo que la trama principal queda un tanto desdibujada y, algo habitual en este tipo de intrigas, uno no puede evitar preguntarse porque meter al personaje de Wahlberg en la ecuación y más teniendo en cuenta que sabemos que no es de los que dejen las cosas sin cerrar.

La insípida realización de Hughes, ¿a que vienen esos movimientos de cámara en la entrevista entre el alcalde y el detective? y un guión algo dubitativo evitan que le cinta llegue a más.
Aburrido drama, variante redención personal, que no cuaja en ningún momento. Primero porque nunca llega a quedar claro cual es el mensaje que pretende trasmitir y segundo relega tan a segundo plano la parte interesante de la historia que acaba perdiendo todas sus posibilidades.
Un piloto, borracho y colocado con "coca" (supuestamente la "coca" disimula los efectos del alcohol), consigue salvar la situación, cuando una avería del avión provoca que este se estrelle, llevando a cabo una maniobra y aterrizaje de emergencia gracias al cual el número de victimas queda reducido al mínimo.
Después de esto el hombre toma conciencia y decide dejar el alcohol y las drogas pero vuelve a recaer cuando le comunican que va a ser investigado porque se han encontrado restos de ambos en su sangre. Paralelamente el piloto acoge en su casa a una adicta a las drogas que a conocido en el hospital y que parece llevar mejor que él el asunto de la rehabilitación.

Se salvan: la parte del incidente, la única en la que Zemeckis demuestra algo de nervio, y las breves intervenciones de John Goodman. Poca cosa.
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