miércoles, 3 de diciembre de 2014

LOS JUEGOS DEL HAMBRE. SINSAJO (PARTE 1)

de Francis Lawrence


   Antes de empezar una aclaración. No me he leído los libros en los que se basan las películas de esta saga. Por lo tanto todos los comentarios de esta reseña se refieren a la(s) película(s).

   Esta aclaración viene al caso porque muchas veces cuando haces una crítica, y más si es negativa, sobre la adaptación de algún libro, o saga de libros, muy querida por los aficionados muchos de ellos se lanzan a defender la “peli” aludiendo a las virtudes del libro o los libros, respondiendo a algunas, en este caso bastantes, dudas que le asaltan a uno al ver las “pelis” con frases que empiezan “Como explican en el libro…” o “En los libros cuentan…”.

   Esas explicaciones quizás le sirvan al que ha leído los libros pero al que acude a ver la cinta sin ese conocimiento previo pues va a ser que no.

   Todo esto viene a cuento porque la tercera entrega de LOS JUEGOS DEL HAMBRE sigue sin conseguir que servidor entre en la historia, y no es que no me la crea por fantasiosa, es genero fantástico eso lo acepto, sino porque no le veo una coherencia interna es decir, las situaciones me resultan ilógicas.

   No consigo entender como después de 75 ediciones de los juegos a 23 jóvenes muertos por edición, lo que da 1.725 jóvenes muertos, uno menos ya que en la edición 74 sólo mueren 22 y no cuento los de la 75 porque no llega a concluir, la chispa que “enciende” la rebelión sea el que la “prota” prefiera suicidarse a matar al “novio”. No consigo entender a ese grupo revolucionario, tan numeroso que da la impresión de que cuando se destruyó el distrito 13 nadie se molestó en asegurarse de que había algún cadáver, que van de grandes revolucionarios pero en realidad no han emprendido ninguna acción hasta que consiguen que la protagonista se transforme en su imagen publicitaria (Y aquí había un buen apunte a desarrollar que al parecer en los libros sí que lo trabajan pero que en la cinta apenas da para una escena). No entiendo la aptitud de El Capitolio”, si se dedican a diezmar distritos enteros al final se quedaran sin distritos a los que gobernar. Y no consigo entender… (lo dejo aquí para evitar spoilers y porque algún otro detalle que no me entra, principalmente con el personaje de Philip Seymour Hoffman aún hay posibilidades que lo expliquen en la siguiente cinta).


   No voy a negar que algún apunte interesante existe pero esta tan poco desarrollado o simplificado que se queda en apunte, por ejemplo, tas una escena un tanto absurda en que los rebeldes acusan de traidor al personaje de Pita porque este ha salido por la tele pidiendo que detengan la rebelión (Que yo me pregunto ¿para ser traidor a una causa no hay que pertenecer a la misma primero? Nadie entiende ¿en serio? que el chaval lo hace para salvar la vida) uno de los revolucionarios se escusa con la “prota” por no haber iniciado la rebelión a pesar de que cuentan con armamento y personal aludiendo las mismas razones que Pita en la tele para que pararan, pero esto se queda en un comentario breve en una charla más larga e intrascendente.

   Pero lo peor de todo es la sensación de que esta entrega es puro relleno. Al transformar el último libro de la trilogía en dos películas paree que la paja ha recaído enterita en esta cinta y sus dos horas, en las que si lo analizas bien no pasa prácticamente nada, se hacen muy aburridas.

   Y otra cosa que no consigo entender: el absurdo ataque kamikaze para destruir la presa sólo para provocar un apagón en El Capitolio, que no aprovechan para ataques mayores sino para interferir durante unos segundos la señal televisiva. Y no lo entiendo porque sabiendo como se las gasta Donald Sutherland sabemos que el supuesto beneficio que se conseguirá de este no compensara las represalias que este tomara.

   Los fans de la saga cinematográfica tal vez la disfruten pero si eres, como un servidor, de aquellos que considerabas las dos primeras entregas como desaprovechas esta no elevara tu opinión sobre la saga, más bien lo contrario.


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