Los hermanos Pastor insisten en su nuevo largometraje en narrar una historia sobre el fin del mundo, o al menos del fin del mundo tal y como lo conocemos, y de nuevo este fin se debe a un virus, en este caso una especie de variación, a lo bestia, de la agorafobia que provoca convulsiones, epilepsia y finalmente la muerte a todo aquel que sale a espacios abiertos.
El problema es que al contrario que en el anterior trabajo de los Pastor, la interesante INFECTADOS, en esta ocasión la naturaleza del virus y su periodo de infección, por lo que vemos en los flashbacks, no me cuadra con el caos que se genera, o al menos en el escaso tiempo en el que se supone ocurre. Si la solución es tan simple como crear accesos subterráneos o, como hacen los protagonistas, desplazarse por los túneles del metro o las alcantarillas, como es que las autoridades no pensaron en ello.

La principal pega es la sensación de anécdota alargada, podría haber sido un buen corto o episodio de 45 minutos para alguna serie. Y por si fuera poco el final, tanto con esa escena de suspense forzado como ese encadenado de "...tanto tiempo después", termina por reducir los aciertos parciales de la cinta.
Desaprovechada y decepcionante.
La nueva película de Almodóvar es de esas cintas de las que es un "pelin" difícil hacer una valoración objetiva. ¿Por que? Porque es de esas cintas que aunque "malas" consiguen sin embargo el efecto que se espera de ellas, es decir, echar una risas.
Un avión que debido a una avería en el tren de aterrizaje se ve obligado a volar sin rumbo hasta que le den una pista donde poder realizar un aterrizaje de emergencia y las reacciones y historias de la tripulación y el pasaje de la clase VIP (a los de turista los duermen drogándoles la bebida) son el centro de la trama.
El problema es que los momentos de puro melodrama y los de comedia más desmadrada no siempre están bien equilibrados, y algunas subtramas están pero no están, por ejemplo el personaje de Guillermo Toledo aparece, introduce una trama personal, se toma un somnífero, se duerme y su trama no vuelve aparecer hasta el final. Y además la realización de Almodóvar es bastante plana, salvo el momento "playback"
Entonces ¿Qué es lo que provoca las risas que he mencionado al principio? Pues básicamente el estupendo reparto, todos ellos magníficos, que consiguen dotar a sus personajes de cierta personalidad e incluso salvar y hacer graciosos algunos chistes bastantes "malillos". Con nota especial para Javier Cámara y Carlos Areces.
Para echar unas risa, que nunca viene mal.
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