
A pesar de que el protagonista toma su nombre de uno de los más populares spaghetti de los sesenta, DJANGO de Sergio Corbucci (1966), ni el personaje ni la historia tienen nada que ver con aquella, como ya he dicho Tarantino lo lleva todo a su terreno.
El realizador nos cuenta en esta ocasión la curiosa alianza entre un peculiar cazarecompensas y un esclavo, en principio por necesidad (el esclavo conoce el aspecto de los tipos que esta buscando el cazarrecompensas) y más tarde como socios e incluso amigos (ambos trataran de salvar a la esposa de Django
propiedad de un rico terrateniente).

Claro que la sensación de que hay mucho que se ha quedado en la mesa de montaje es constante. El pasado de Django se resuelve en un par de breves flash backs que habitualmente Tarantino desarrollaría más o que apenas sepamos que hay detrás del personaje de Samuel L. Jackson, que en ocasiones se intuye que había algo más de lo que vemos, son dos de las pistas que me hacen sospechar que los productores han obligado a Tarantino ha hacer algunos recortes.
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El Django de Tarantino y el Djando de Corbucci compartiendo escena |
Con todo la cinta distrae; los actores están magníficos, con nota para Christoph Waltz y DiCaprio; los estallidos de violencia, esos tiros que hacen daño de verdad, responden a lo que uno espera del realizador; están los habituales diálogos o monólogos ingeniosos propios de Tarantino e incluso el juego de reconocer a esos habituales secundarios en breves papeles (Bruce Dern, Don Stroud, James Russo o Robert Carradine entre otros) o el habitual cameo del realizador.
La banda sonora, como es habitual en Tarantino es bastante curiosa e incluye, al menos que un servidor reconociera, las canciones del DJANGO de Corbucci y de LE LLAMABAN TRINIDAD de E.B. Clucher (Enzo Barboni).